Giacomo Puccini - Suor Angélica
Kati Ricciarelli & Fiorenza Cossotto
Orquesta de la Academia Nacional de Santa Cecilia & Coro Polifónico de Roma
RCA - 1973
El pasado 9 de Junio, un día antes de su 87 cumpleaños, fallecía en Florencia el director italiano Bruno Bartoletti. Perteneciente a la estirpe de los grandes directores de ópera italianos junto con maestros de la talla de Tullio Serafín, Nello Santi y Gianandrea Gavazzeni estaba especializado en el repertorio operístico, principalmente italiano.
Tras ser asistente de dirección de maestros como Dimitri Mitropoulus, Victorio Gui y Tullio Serafín, debuta en 1953 con Rigoletto en el Teatro Comunal de Florencia. A lo largo de su carrera fue Director Artístico del Maggio Musicale Fiorentino, de la Opera de Roma, así como director titular de la Opera de Copenhague y de la Lyric Opera of Chicago habiendo dirigido en casi la totalidad de los grandes teatros de Opera del mundo.
Relacionado habitualmente con la dirección de óperas de Verdi y Puccini, su labor ha incluido también primeros estrenos mundiales así como la dirección de numerosas obras de finales del siglo XIX y el siglo XX como Elektra (Richard Strauss), Bluebeard´s Castle (Bela Bartok), Wozzeck (Alban Berg) o Billy Budd (Benjamin Britten) promocionando las carreras de otros jóvenes directores como Riccardo Chailly y Danielle Gatti.
Ha trabajado con las principales voces líricas de las ultimas décadas como Plácido Domingo, Luciano Pavarotti, Jussi Bjorling, Giuseppe di Stefano, Richard Tucker, Montserrat Caballé, Renata Tebaldi, Mirella Freni, Marilyn Horne, Grace Bumbry, Nicolai Guiaurov o Sherril Milnes entre otros.

Su carrera discográfica no ha sido muy extensa pero si notable. Ha dejado, entre otros, algunos registros imprescindibles como la Manon Lescaut de Puccini con las voces de Montserrat Caballé y Plácido Domingo, Il Trittico pucciniano con Mirella Freni abordando los tres roles principales de soprano, Un Ballo in Maschera de Verdi con el concurso de Renata Tebaldi y Luciano Pavarotti o una discutida versión de La Gioconda de Amilcare Ponchielli con una inapropiada Montserrat Caballé y Luciano Pavarotti.
La grabación que he elegido como homenaje a su carrera es importante por varios aspectos. El primero de ellos es, como no, su difícil localización debida a una distribución bastante arbitraria. En segundo lugar, la grabación, realizada en 1973, supone el primer registro discográfico de la soprano italiana Katia Ricciarelli, y probablemente su mejor interpretación grabada ofreciéndonos una visión madura de un papel que habitualmente se da a excesos melodramáticos que aquí la soprano mantiene bajo control. La voz suena radiante y luminosa y su interpretación de la joven monja está teñida de una dramatismo lacerante a flor de piel apoyado en unas facultades vocales excepcionales en ese momento de su carrera.
La grabación se completa con la siempre incombustible Fiorenza Cossotto en un papel más pensado para voz de Contralto pero que la Mezzosoprano italiana asume con sobradas dotes de truculencia dramática y un registro de pecho que, aun forzado, suena bastante más natural en esta fecha temprana de lo que lo hará en futuras interpretaciones.
El resto del equipo destila italianitá por los cuatro costados (solo una de las interpretes no es italiana) y la grabación, salvo algún exceso de reverberación, suena limpia y diáfana.
El disco se presenta en tres únicos e insuficientes cortes que separan las tres partes principales de la obra.
Pese a que la crítica la considera la menor de las tres obras que componen Il Trittico pucciniano, disfrazada de una aparente sentimentalismo melodramático, Suor Angélica es una bofetada al espectador que contiene en su interior una historia de represión e intolerancia que culminan en un enfrentamiento vocal y escénico entre la joven monja y su tía, responsable de su internamiento en un Convento por una falta carnal imperdonable en la época en la que transcurre la acción (finales del 1600). El fruto de esa falta es un hijo no conocido por su madre y muerto por una enfermedad infantil durante el periodo de reclusión monacal. El conocimiento de esa muerte sume a Suor Angélica en una desesperación que la lleva al suicidio al final de la breve obra (menos de 1 hora de duración).
Tras ser asistente de dirección de maestros como Dimitri Mitropoulus, Victorio Gui y Tullio Serafín, debuta en 1953 con Rigoletto en el Teatro Comunal de Florencia. A lo largo de su carrera fue Director Artístico del Maggio Musicale Fiorentino, de la Opera de Roma, así como director titular de la Opera de Copenhague y de la Lyric Opera of Chicago habiendo dirigido en casi la totalidad de los grandes teatros de Opera del mundo.
Relacionado habitualmente con la dirección de óperas de Verdi y Puccini, su labor ha incluido también primeros estrenos mundiales así como la dirección de numerosas obras de finales del siglo XIX y el siglo XX como Elektra (Richard Strauss), Bluebeard´s Castle (Bela Bartok), Wozzeck (Alban Berg) o Billy Budd (Benjamin Britten) promocionando las carreras de otros jóvenes directores como Riccardo Chailly y Danielle Gatti.
Ha trabajado con las principales voces líricas de las ultimas décadas como Plácido Domingo, Luciano Pavarotti, Jussi Bjorling, Giuseppe di Stefano, Richard Tucker, Montserrat Caballé, Renata Tebaldi, Mirella Freni, Marilyn Horne, Grace Bumbry, Nicolai Guiaurov o Sherril Milnes entre otros.


La grabación que he elegido como homenaje a su carrera es importante por varios aspectos. El primero de ellos es, como no, su difícil localización debida a una distribución bastante arbitraria. En segundo lugar, la grabación, realizada en 1973, supone el primer registro discográfico de la soprano italiana Katia Ricciarelli, y probablemente su mejor interpretación grabada ofreciéndonos una visión madura de un papel que habitualmente se da a excesos melodramáticos que aquí la soprano mantiene bajo control. La voz suena radiante y luminosa y su interpretación de la joven monja está teñida de una dramatismo lacerante a flor de piel apoyado en unas facultades vocales excepcionales en ese momento de su carrera.

El resto del equipo destila italianitá por los cuatro costados (solo una de las interpretes no es italiana) y la grabación, salvo algún exceso de reverberación, suena limpia y diáfana.
El disco se presenta en tres únicos e insuficientes cortes que separan las tres partes principales de la obra.
Pese a que la crítica la considera la menor de las tres obras que componen Il Trittico pucciniano, disfrazada de una aparente sentimentalismo melodramático, Suor Angélica es una bofetada al espectador que contiene en su interior una historia de represión e intolerancia que culminan en un enfrentamiento vocal y escénico entre la joven monja y su tía, responsable de su internamiento en un Convento por una falta carnal imperdonable en la época en la que transcurre la acción (finales del 1600). El fruto de esa falta es un hijo no conocido por su madre y muerto por una enfermedad infantil durante el periodo de reclusión monacal. El conocimiento de esa muerte sume a Suor Angélica en una desesperación que la lleva al suicidio al final de la breve obra (menos de 1 hora de duración).
Una obra imprescindible en una interpretación notable y dirigida por una gran maestro.